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El 20 mm Vivitar y el hombre en la luna.

Actualizado: 21 dic 2023


Primeras impresiones de mi Vivitar 20 mm f/3,8 fabricado en Japón en 1971 por Kino Precisión (Kiron), según desvela su número de serie.



Impresionante frontal de 82 mm del Vivitar

Como siempre, los comentarios se refieren exclusivamente a mi unidad y para mis intereses particulares.

En objetivos de tal edad, 52 años en este caso, no se puede generalizar porque su estado y rendimiento dependerán del uso y cuidados que haya tenido cada muestra. Si además se tratara de ópticas fabricadas manualmente, las diferencias de rendimiento entre distintas unidades podrían ser nativas.


Personalmente, utilizo estos objetivos con cobertura de 35 mm (24 x 36 mm) en cámaras Fujifilm con sensor más pequeño (15,6 x 23,5 mm). Esta diferencia me permite desplazarlos, mediante un adaptador «shift», para corregir la perspectiva y hacer panorámicas en fotografía de arquitectura y urbana. Desde luego, al interponer un adaptador se pierde cualquier comunicación con la cámara y el enfoque es siempre manual.


Vivitar 20 mm conectado a Fujifilm X-T3 mediante Shift adapter Fotodiox

En su día, el fabricante del Vivitar presumía de un diseño computarizado que venía a resolver problemas típicos de los objetivos angulares de su tiempo. Así que se trata de una época de transición en la industria óptica, que empezaba a abandonar los métodos artesanos en favor de los ordenadores.

Como curiosidad, el Vivitar 20mm fue presentado en una feria en 1969, año de la llegada del hombre a la Luna. Cuando hablamos de diseño por ordenador, debemos recordar que es el momento de los primeros microchips cuya capacidad era miles de veces inferior a los de un móvil o un coche actuales. Dicen algunos articulistas que el procesador del Apolo 11 tenía la potencia de un microondas. Una búsqueda en internet os proporcionará un torrente de información, si tenéis curiosidad.


Algunas revisiones le atribuyen a este objetivo de los 70’s un rendimiento similar a sus contemporáneos como el Flektogon o el Mir 20, ambos muy valorados por los aficionados y consecuentemente bastante caros. Los que he visto más baratos y peor conservados entre 250 y 300€ y los mejores hasta por más de 500.

Así que cuando, buscando otro de la marca, encontré mi Vivitar en una tienda de segunda mano por 74€ y en estado impecable, decidí probarlo.



El objetivo es muy bonito y bastante impresionante, no deja indiferente. Pesa casi 400 gramos – todo metal y vidrio -, es bastante corto y se ensancha al frente dando lugar a un diámetro del elemento delantero de 82mm, que admite filtros.

El aro de enfoque está en la parte delantera y más ancha, tiene un tacto exquisito y casi da una vuelta completa desde el infinito a la distancia mínima, lo que hace muy fácil el enfoque manual.


Esa mínima distancia de enfoque es uno de los grandes valores de esta lente, ya que es de apenas 16 cm. En mi Fujifilm con el adaptador, queda un espacio entre el elemento frontal y el sujeto de apenas unos 5 cm.


Distancia de enfoque cercana para una profundidad de campo limitada


Esa capacidad de acercamiento lo hace singular, porque permite aislar un sujeto cercano manteniendo la vista del entorno desenfocado. Tal aptitud viene a compensar la escasa luminosidad de 3,8 – en términos de desenfoque - y lo hace versátil y creativo. Creo que esta característica será muy satisfactoria para vídeo, que todavía no he probado.





Aunque sobre mi sensor muestra el campo equivalente a 30 mm, el 20 mm se comporta como tal, con su gran profundidad de campo. Por eso no esperaba un desenfoque muy acentuado, pero me ha sorprendido gratamente en ese aspecto, ya que permite el enfoque selectivo de sujetos muy cercanos. Me parece idóneo para otras disciplinas como gastronomía, por ejemplo, ya que puedes centrar la atención en un plato y ofrecer contexto desenfocado que no distraiga.


De la obsesión por la nitidez también se sale, y yo lo estoy intentando 😊. Como sus contemporáneos de similar distancia focal, el Vivitar no es muy nítido en las esquinas. Pero con eso puedo vivir, aunque con el desplazamiento máximo de mi adaptador Fotodiox (10 mm) el problema se acentúa. Mi unidad debe padecer cierto descentramiento o curvatura de campo, porque una esquina tiene menos nitidez que las otras. Todo en rangos aceptables, para mis necesidades.



La distorsión de lente existe, pero no es muy notable. Si bien no hay un perfil específico para corregirla en ACR, el de SIGMA EX 20/1,8 hace un buen trabajo. Fuera de ACR, también me ha funcionado bien la del 19/3,8 de la marca, disponible en PTlens.


Me entusiasma poder corregir la perspectiva in situ manteniendo los 26 megapíxeles de resolución de mi cámara, sin pérdida o deformación derivadas de la corrección por software.

Y me apasiona generar panorámicas de 40 a 50 Mp a partir de dos o tres fotos desplazando el objetivo.


En mis pruebas nada científicas, una panorámica de tres fotos verticales con el 20 mm (30 mm equivalentes), consigue el mismo campo de visión que un 12mm (18mm equivalentes); con la ventaja añadida de disminuir el estiramiento de los bordes y por tanto ofrecer una perspectiva más natural (además del antes mencionado aumento de resolución superior al 100%).



En resumen, contento con mi Vivitar 20 mm f/3,8 de 1971. La relación calidad precio es óptima, pero incluso si hubiera pagado el doble estaría satisfecho con la compra.


Seguramente que hay un componente romántico en este interés por las viejas lentes, que no se puede medir en megapíxeles y tiene poco que ver con la técnica. Probablemente los defectos de estos objetivos, originales o consecuencia del uso durante décadas, los hacen únicos; así como a sus resultados. Por eso me entusiasma darles una nueva oportunidad, creando estas relaciones intergeneracionales entre cámaras y objetivos.





Texto y fotos © Andrés Irrazábal (2023)


Publicidad de la época del lanzamiento del Vivitar 20/3,8

 

 

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